martes, 13 de agosto de 2013

Delante de un papel blanco en el que escribir una nueva vida.

Siempre he tenido cierta preocupación por no dejar pasar las oportunidades. No son pocas las veces que he hecho caso omiso a la intuición y el resultado ha sido el opuesto al que esperaba.

En el amor, tomé trenes que viajaban en la dirección equivocada después de llegar tarde a la estación. En el trabajo, emprendí nuevas aventuras que me llevaron a vender mi alma a demonios vestidos de traje y corbata. Y en la salud... bueno, no me quejo, supongo que en algo debía estar acertado.

Hoy he pagado mi condena, la que ataba mi alma a millonarios sin escrúpulos ni compasión. Desde hoy soy libre, y me encuentro a las puertas de los 26 delante de un papel en blanco en el que escribir mi vida, una nueva vida. La idea me apasiona y aterroriza a partes iguales, pero supongo que no es más que la emoción de no saber qué deparará el mañana.

La crisálida comienza a agrietarse. Los cerrojos y las cadenas ya no atan nada.


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